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La Ética… lo ético… ¿y qué es? Desde siempre escuché la palabra –“ética”, y desde siempre oí que hay que actuar de forma ética y moral…y me parecía el significado tan obvio y fácil de entender…hasta ahora. En cuarto de la carrera, cuando empecé a estudiar
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La Ética… lo ético… ¿y qué es?
Desde siempre escuché la palabra –“ética”, y desde siempre oí que hay que actuar de forma ética y moral…y me parecía el significado tan obvio y fácil de entender…hasta ahora.
En cuarto de la carrera, cuando empecé a estudiar la Ética de Psicología, todo lo que tenía guardado acerca de principios éticos en mi cabeza, en cierto modo era falso. Pensé, que ética más bien se limita a ser justo… y pocas cosas más. ¿Cómo puede ser tan equivocada?-rumié varias semanas. Quería por todo precio encontrar las verdad…tampoco ha sido fácil. A lo mejor porque no he podido verla de forma entera. Algunos dicen que las verdades son incompletas y pueden tener distintas formas, y dependen de las percepciones. Probablemente es cierto. Hoy en día, único que sé qué no sé…y eso que realmente es nada, es todo para mí…es mi ética.
Mi viaje por primera parte de asignatura, sinceramente ha sido muy duro. Los principios de Filosofía, Ética, todo en otro idioma, me sonaba como el chino. No podía entender porque en toda la carrera de Psicología no hemos aprendido las bases de Filosofía. Es una de las cosas que hecho mucho en falta. Seguramente con ello sería más fácil entender los planteamientos de Platón, Aristóteles, Kant y otros grandes pensadores. Tampoco recordaba muchas cosas de Historia, que por cierto, no era la culpa del profesor, simplemente a veces por la ignorancia no se prestaba en aquellos tiempos la atención a distintas corrientes, y luego pasó lo qué pasó…
Me ha costado mucho la verdad, y tenía el miedo que el profesor me puede percibir como una alumna, que pasa de estudiar la asignatura. No quise esto. Mi sueño era que me acuerda como una buena persona, una buena alumna, que no se fija sólo en cada gota (en la nota simple de los tests), sino en el movimiento de las mareas, en los ritmos de historia que pase en clase. Algunos dicen que no seremos recordados por nuestras palabras, sino por nuestras acciones y que la vida no se mide por cada aliento que tomamos si no por las cosas que nos quitan el aliento. Me parece una idea muy acertada. Al principio mi objetivo era ser recordada, igual cómo el protagonista de Troya. Las clases de Ética, el aula, era para mí como la guerra, el horizonte abierto dónde se proyectaba realmente lo que hice. Poco a poco, encontré mi segunda naturaleza-ethos, pero en un amplio significado, es decir, entendí que no basta sólo ser un “guerrera” que lucha por buenas notas, sino hay que ser bueno como la persona, como la amiga, como la madre, como la futura psicóloga. No hay una definición exacta para definir lo bueno, y hay que tener en cuanta, qué lo bueno no siempre significa lo ético. Lo importante desde un punto de vista ético es, en el primer lugar, la identidad subjetiva que tengo sobre mí mismo y luego la objetiva, de cómo me ven.
¿Y esto se puede llamar la Ética? Sí, para mí lo es, sin ninguna duda. ¿Y para vosotros? Cuándo se tenga dudas, hay que cerrar los ojos, coger el aire lentamente pero de forma profunda, y sentir como éste llena los pulmones, y al mismo tiempo intentar ver su interioridad. ¿Sabemos ser unos mismos?, ¿sabemos ser las personas?, ¿quién somos o más bien cómo queremos ser? Cuándo se llega a plantear estas cuestiones, es realmente el momento principal de Ética. “Yo soy yo”, “soy el centro del mundo”, mi identidad no se impone, no se manifiesta, la busco, la persigo.
Castells reconocía que la identidad es el proceso mediante el cual un actor social (el hombre) se reconoce a sí mismo y construye el significado correspondiente a la identidad (individual) como un atributo o conjunto de atributos culturales determinados que por su especificidad y por encontrarse enmarcado en un lugar y tiempo definido que excluye las referencias de otras culturas. De esta manera, la identidad se construirá a partir de la forma en que los actores hoy en día- usuarios tecnológicos, respondan a la percepción que se han creado de ellos mismos por el uso del medio electrónico, sin olvidar que la identidad cultural es un proceso en continua construcción y redefinición. La relevancia aquí es la tendencia a resaltar la identidad en base a principios individuales, más que a principios culturales históricos heredados. Estos elementos se encuentran delimitados en base a proyectos personales y percepciones individuales.
Pero hay que tener cuidado, porque al mismo tiempo, como decía R.Jimenez, aparece el desdoblamiento-“Yo no soy yo. Soy éste”. Ya no soy sólo Aldona, soy también alumna, amiga, tengo la consciencia social, distintos roles y proyecto mi identidad subjetiva a las personas que me identifican de fuera. Con la Ética aprendí qué siempre debe haber una correlación entre ambas identidades. Eso no quiere decir que no va ver las crisis, la vida es un drama y siempre hay problemas. Pero lo importante es aprender a integrar las dos identidades (objetiva y subjetiva), saber asumir los roles sociales partiendo siempre de dialogo, ser uno mismo y autentico. La autenticidad es muy importante, aparte que funciona a largo plazo, aporta mucha claridad sobre la persona. La autenticidad no puede ser otra cosa que obrar conforme al propio ser. Si el hombre fuese su propio creador, no cabe duda de que a él correspondería proyectar su ser y el curso de su existencia, afirmaba J.Ibáñez.
Pero el hombre no es su propio hacedor; viene a la existencia con un ser ya dado, con una naturaleza determinada, que, en virtud de su propia estructura y finalidad, ha de desarrollarse conforme a las posibilidades y al orden que le son propios. Fácil es comprender así que la autenticidad está en la ley natural, que es universal e inmutable; ella es el supuesto de la autenticidad. Siguiéndola el hombre obra y se desarrolla conforme al propio ser y a la dignidad de persona que le son propios, en cuanto que es una criatura racional.
Con ello quiero decir, entre otras cosas, que los hombres se presentan en su mutua relación como personas humanas, con toda la dignidad propia de ellas, y, por lo tanto, que hay una serie de exigencias de justicia que presiden su relación y su vida social. Hay, en efecto, que partir del hecho fundamental de que el hombre es persona y por ello es un ser dotado de dignidad. Con esta expresión quiero manifestar que el hombre se presenta ante sí mismo y ante los demás, no como una cosa o como un objeto, sino como portador de valores y respetabilidad, como portador de derechos y deberes inherentes a su condición de persona.
Lo que llamo ley natural no es una especie de imposición extraña que limite las casi infinitas posibilidades de la humana libertad. Por el contrario, es expresión de la dignidad y del valor de la persona humana, que se manifiesta tal cual es a través de ella. Hablar de ley natural es hablar de exigencias de la dignidad de la persona y de su adecuado desenvolvimiento.
Según soy (memoria) sé que tengo que hacer en futuro para redondear mi historia (lo que quiero ser) de forma que tenga el sentido. Es como un escritor. No escribe en vacío, coge el material de sus circunstancias, de su historia. Es para mí lo moral y lo ético. No simplemente la palabra “agthos” forma parte de esqueleto de los valores éticos, sino cómo vemos, el sentido de la ética es mucho más amplio.
¿Y con todo esto es suficiente definir la Ética? ¿Y dónde está la felicidad en todo esto?, ¿ocupa algún lugar? Aristóteles decía que “la verdadera felicidad consiste en hacer el bien”, y Sócrates apelaba a descenderse a las profundidades de uno mismo, y lograr a ver el alma buena. Decía también que “la felicidad hace solamente uno mismo con la buena conducta”. Pero, yo pregunto – ¿y dónde buscar la felicidad?, ¿cómo saber si hago bien ó hago mal?
Y fue en aquella ocasión en la que empecé a pensar en Thomas Jefferson escribiendo la Declaración de la Independencia, diciendo que todos tenemos derecho a vivir, a ser libres y a buscar la felicidad. Y pensé en cómo supo poner la palabra “buscar” ahí en medio, como si nadie realmente pudiera alcanzar la felicidad. Sólo podemos buscarla…
Y vuelvo otra vez a las obras aristotélicas y lo que encuentro es que realmente todos hombres desde siempre hemos buscado la felicidad, y no soy la primera que la busca, lo que pasa que me di cuenta, que ésta no siempre está allí donde la mayoría su elemos buscarla: la felicidad no radica en la riqueza ni en los honores ni en el éxito. La felicidad está en la vida virtuosa. ¿Cuál es nuestra función en este mundo? Sólo la respuesta a preguntas como esta nos da la clave de la virtud y, en consecuencia, de la felicidad. Aristóteles, para contestar al interrogante, repara en los tres géneros de la vida que ya Platón había separado: la vida vegetativa (propia de las plantas), la vida sensitiva (propia de los animales), y la vida racional (propia del animal racional que es el hombre). En una ética como la griega, dirigida a la formación del carácter, lo que busca no es eliminar los deseos, sino más bien encauzarlos hacia ese fin que es la virtud o la felicidad, es decir, tratar de conseguir que los deseos y la sensibilidad de cada uno no obstaculicen ni entorpezcan el camino hacia la vida feliz.
Y a la vez me planteo otra pregunta – ¿Sí al actuar siempre de acuerdo con mi razón seré una persona virtuosa? Creo que podría llegar a ello, porque como sostenían los estoicos, realmente la virtud consiste en actuar siempre acuerdo con la naturaleza, y yo como, el ser humano racional normalmente actuó utilizando la razón, y como futura psicóloga pienso, también, que actuar de forma ética es actuar utilizando la razón, y no dejarse a llevar por las “afectos y pasiones”. Por lo menos es una de las cosas en esta profesión que debería ser muy evitada. Por lo tanto, creo que la definición de palabra ética, sin ninguna duda incluye a virtud, que por cierto no nacemos con ella, sino la aprendemos a lo largo de tiempo, como decía Platón: “El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano”.
Pero reflexionando más allá de la razón, me doy cuenta que falta algo más. Éste algo es un criterio objetivo que debo tener para que me quía (como la diana) en todo lo que hago. Esto se adquiere con la práctica y experiencia. Nadie es perfecto desde primer día del nacimiento, la búsqueda de las verdades se encuentra a través de entrenamiento. “No me da miedo mañana, porque he visto ayer y me encanta hoy”, decía W. White. Lo importante es intentar ser mejor en la medida de las posibilidades, practicando mucho y uniendo la parte de nuestra propia cultura y tradición. La práctica es una actividad de cada uno de nosotros y se caracteriza por cooperatividad, mediante la cual se desarrollan bienes inherentes y se logran modelos de excelencia que conllevan el bien y el fin, y se extienden sistemáticamente. La objetividad, por lo tanto, me va servir de orientación. A pasar que soy libre también soy un ser responsable de mis actos y no soy yo absoluto, hay relaciones interpersonales. Y vuelvo otra vez al péndulo, dónde se ve claramente la importancia de identidad objetiva en mi vida…y en mi concepto de Ética.
La vida buena entonces para mí va ser la vida dedicada en la continua búsqueda de las virtudes, de ser una persona virtuosa. Para ello mi tarea se tendrá que centrar en entender qué es lo bueno e importante para mí. En momentos cuando me pierdo en esta búsqueda, siempre iré a mi familia, a mis amigos, a las comunidades concretas, porque sin ellas, sé que no soy nada. La Corbusier decía que “la casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad” y desde mi perspectiva, son ellos que forman mi ethos, mi casa y mis costumbres, y mi ética.
Reasumiendo puedo concluir que la Ética es TODO para mi