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Categoría: Psicología

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En ocasiones, al estar inmersos/as en nuestra relación sentimental, llegamos a perder de vista a la persona que tenemos en frente y comenzamos a comportarnos de manera poco adaptativa: · Cuando queremos que el otro/a cambie. Una de las peticiones que sue

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En ocasiones, al estar inmersos/as en nuestra relación sentimental, llegamos a perder de vista a la persona que tenemos en frente y comenzamos a comportarnos de manera poco adaptativa:

  • · Cuando queremos que el otro/a cambie.

Una de las peticiones que suele escucharse mucho en terapia es la de: “Quiero que cambies”. Recuerdo una canción de Miguel Bosé cuya letra me impresionó la primera vez que escuché por lo certero de sus palabras. Decía algo así: “Me dices cambia y, sin embargo, no me has preguntado si me da igual o no”.

Muchas veces no paramos de repetirle a nuestra pareja lo mal que estamos con ella, y pedimos por activa y por pasiva que deje de hacer determinadas actividades, conductas o actos que nos desagradan o no nos hacen felices. Y, en gran cantidad de ocasiones, nuestra pareja no realiza el cambio que tanto deseamos. Y es que muy pocas veces le preguntamos a esa persona que elige cada mañana despertarse a nuestro lado, si quiere cambiar o no. Y es posible que ni se lo haya planteado, a pesar de que se lo hayamos exigido, pedido y/o rogado mil veces. La clave para el cambio es que la persona a cambiar quiera hacerlo y esté convencida de la bondad del cambio, de su beneficio. Pocas veces explicamos el beneficio que alcanzará, y eso dificulta que alguien quiera ponerse manos a la obra.

Por otro lado, si la persona no cambia, (y no tiene por qué hacerlo si no quiere), lo que yo sí puedo hacer es cambiar yo o decidir hacer algo distinto en relación a mi pareja: puedo tomar decisiones importantes si lo que necesito que cambie es imprescindible para mi salud emocional y física (como por ejemplo, dejar la relación).

Lo que es seguro es que si yo cambio, mi realidad cambia.

  • · Cuando queremos que sepan lo que necesitamos.

Muchas veces exigimos a nuestra pareja que nos pregunte por aquello que nos interesa, o que esté más atento/a cuando lo necesitamos, o simplemente que nos proporcione aquello que veníamos deseando. Y es que las personas no tenemos poderes mágicos que nos permitan saber con certeza lo que la otra persona siente, piensa o necesita. Es cierto que la observación puede dar algunas claves para averiguar, pero nunca nos va a dar la certeza de lo que siente, piensa o necesita el otro/a. Si quieres que tu pareja sepa lo que necesitas, sientes o piensas: díselo. Esta es la fórmula mágica en realidad para que vuestra relación funcione en este aspecto.

  • · Cuando “estamos seguros/as” de saber lo que el otro/a piensa, va a hacer o a decir.

Muchas veces tendemos a anticiparnos y a dar por hecho que sabemos perfectamente lo que nuestra pareja piensa. Esto lo podemos hacer porque hasta el momento mi compañero/a ha sido muy estable en sus respuestas y nos arriesgamos a predecir las futuras, o porque llevamos muchos años juntos y eso nos da la confianza sobre lo que conocemos de quien nos acompaña en la vida. Esto puede ser un error porque limita las posibilidades de cambio de respuestas de mi pareja. Si yo le transmito que no hay opciones porque ya están definidas, ¿Cómo pensamos que va a reaccionar el otro/a? lo más seguro es que no trate de generar nuevas conductas puesto que nadie las espera. Además, según la profecía autocumplida, si generas determinadas expectativas sobre alguien y te comportas de acuerdo a dichas expectativas, acabarás generando en el otro/a eso que esperas… Por ejemplo: si crees que tu marido, novio/a, etc es inferior a ti, lo tratarás con cierto desprecio y superioridad, lo que hará que su autoestima baje y pueda llegar a creer aquello que le estás transmitiendo.

Por otro lado, suele ocurrir que actuamos como si supiéramos todo del otro/a cuando nos posicionamos por encima, como un dios, como un ser sabedor de todas las cosas que tienen que ver con mi pareja. Nos llegamos a convencer de que yo se mas de mi pareja que ella misma.Y la realidad es que, con certeza, yo solo sé de mi, y a veces ni eso.

  • · Cuando queremos que el otro/a llene mis huecos.

Es posible que en ocasiones caigamos en la tentación de insinuar, pedir y hasta incluso exigir que nuestra pareja llene nuestros huecos. Lo importante es que salgamos de esa dinámica cuanto antes. ¿Por qué? Porque estamos responsabilizando de nuestra vida a alguien que queremos mucho, y no es justo ni sano.

Si hay huecos en mi vida, he de llenarlos de lo que corresponda según el agujero que sea. Hay personas, por ejemplo, que no han tenido el cariño o reconocimiento de sus padres y madres, y después lo buscan en sus parejas, pero lo necesitan tal y como sus progenitores se lo hubieran tenido que dar, cosa que la pareja es imposible que se lo facilite. Y ahí viene el problema. Nuestra pareja solo puede darnos lo que tiene como pareja, nada más. No podemos colocarla en otro rol que no sea el real, el que le corresponde, porque nunca satisfará nuestras demandas, y si lo hace, será porque ha dejado de ser nuestra pareja sana.

  • · Cuando te pido que te sacrifiques por mi.

También solemos pedir y/o exigir el sacrificio de nuestra pareja en el nombre del amor. Esto suele estar relacionado con una visión egocéntrica de la relación y/o con una visión machista de la misma.

Si lo pensamos bien, en realidad le estaríamos pidiendo que se anulara, que desapareciera para que yo pueda ocupar todo el espacio, para que mi existencia sea la importante y se de a pleno rendimiento. ¿Es esto bueno para una pareja?

El amor no exige, sino que pide. El amor sabe que no es necesario ni posible el sacrificio de un miembro de la pareja en pos del otro, porque entonces dejaría de ser una pareja en igualdad. Si hay algo que no debemos olvidar nunca es que en la pareja, las personas tenemos el mismo rango. No hay uno/a mejor o de mayor categoría que el otro/a. Al menos no debemos querer que esté por debajo de nosotros/as si queremos que nuestra relación tenga un futuro sano y prometedor.

¿Te has visto en estas situaciones alguna vez? Lo importante no es sentirse culpable si ha pasado o si está ocurriendo, sino perdonarnos a nosotros/as mismos y mejorar. Tratar de ser más felices teniendo en cuenta a la persona que tengo delante y sin olvidarme de que nuestro rango es el mismo, y hemos de mantenerlo así.

Laura Rosales

Psicóloga Experta en Terapia Familiar